La gata sobre el tejado de zinc (1958)

La gata sobre el tejado de zinc es una intensa película sobre la confianza, el amor y la pasión y los anhelos no satisfechos. Nos habla también de la codicia, de la avaricia y del impulso de las personas en poseer riqueza y poder. Grandes personas y pequeños y viles seres que nos acompañarán durante toda nuestra vida.

La "gata" Maggie será interpretada por una bellísima y de violáceos ojos, Elizabeth Taylor, en uno de sus papeles más recordados y seguramente, uno de los más intensos.
Torturada por la indiferencia de su atractivo marido, y por los continuos ataques de su insoportable cuñada, intenta sobrevivir en el hostil ambiente familiar, como ella misma dice : como una gata sobre un tejado de zinc... aguantando todo lo que pueda.

Su marido está interpretado por el dueño de una de las más bellas y azules miradas masculinas del cine de todos los tiempos, Paul Newman.
Newman nos demostrará cómo se puede seguir siendo un hombre enormemente apuesto con un pijama y una muleta y sin salir prácticamente de la habitación en toda la película.
El actor hará gala una vez más de las enormes dotes interpretatvas que poseía y de la naturalidad con la que se movía en papeles con gran carga emocional.

El tercero de los actores protagonistas será el gran Burl Yves. No sólo grande en tamaño sino en la calidad artística que tenía. Llenaba la pantalla y no solamente por su enorme apariencia.

Si pasamos al elenco secundario, nos encontraremos con la que fuera la malvada madre de Rita Hayworth en Salomé, Judith Anderson, ejerciendo aquí también de matriarca, aunque no con la misma autoridad que aquella Herodías. Subyugada por su autoritario marido, vive una vida irreal, basada en el autoengaño con el que intenta sobrellevar su triste existencia.

Su hijo, Gooper es Jack Carson, el hijo que tan solo busca ser aceptado por el megalómano progenitor y que tiene la desgracia de estar casado con su ambiciosa esposa, que azuzará aún más su codicia.

La cuñada insoportable, Mae, a la que le da vida la actriz Madeleine Sherwood, será la encargada de demostrarnos hasta qué punto la ambición y la avaricia pueden manejar a las personas. Una auténtica coneja, como se dice en la película, utilizará su fecundidad para obtener todo aquello que desea.

Y creo que también podríamos incluir pero como un sólo actor, a la insufrible y chillona caterva de críos, que "ameniza" cada fiesta o acontecimiento con sus gritos y cansinas cancioncillas, convenientemente adiestrados y aleccionados por su ambiciosa madre, que los usa como armas de destrucción masiva (auditiva en este caso) y que acabará con nuestros nervios y con los de la pobre Maggie.

En la soberbia escena entre padre e hijo, es decir entre Yves y Newman, reflotarán los traumas de infancia del protagonista y la pelicula nos enseñará a través de la frase "me diste cosas, pero yo sólo quería tu cariño" la única y esencial necesidad que tiene un niño: el amor de sus padres. Nada material podrá sustituir el amor que se les pueda brindar. Nada les hará más felices que ser lo más importante para nosotros.

Brick no echa de menos la riqueza de su padre, sino el abrazo amoroso de éste. Una palabra de aliento, una sonrisa, un beso en la mejilla. Y eso será lo que al final condicione su vida entera.

Con unas actuaciones magníficas, La gata sobre el tejado de zinc, será de aquellas películas difíciles de olvidar y que son maravillosas para revisionar de vez en cuando, sobretodo por la profundidad de sus diálogos, los cuales nos harán reflexionar sobre muchos aspectos de la vida.

La película, que carece practicamente de exteriores y que transcurre casi en su totalidad en el interior de la casa, tan solo necesita de esos maravillosos diálogos y de la presencia del atractivo dúo Newman-Taylor, arropados por el enorme Yves, para convertirse en un clásico imprescindible.